El Cartel de Medellín, fue el nombre dado por el
departamento de Antinarcóticos Estadounidense (DEA) a la organización delictiva
que, entre sus muchas ramas, estaba dedicada al tráfico de cocaína. Su máximo
líder era Pablo Emilio Escobar Gaviria, y su centro de operaciones era la
ciudad de Medellín en Colombia. Otros reconocidos miembros del grupo criminal
son: Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder, los Hermanos Ochoa, Fabio Ochoa
Vásquez, Jorge Luis Ochoa y Juan David Ochoa, los Hermanos Herrera, Antonio
Herrera y Fernando Herrera
El nombre de "cartel" se le dio por la estructura
jerárquica de dicha asociación criminal que contaba con un esquema de operación
en el cual los distintos empresarios compartían recursos tales como rutas de
envío de cocaína, pero manejaban separadamente sus centros de producción y
negocios. La estructura criminal llegó a ser una de las más poderosas en la
Colombia de los años 70 y 80, llegando a corromper sectores de la política
nacional para favorecer sus ambiciones, más notoriamente en el supuesto papel
que jugó, presionando al Estado y la clase política Colombiana, en la llamada a
realizar una Asamblea Nacional Constituyente, que diera como resultado la
abolición de la extradición de Colombianos hacia el exterior, ya que en sus
mismas palabras: "Preferimos una tumba en Colombia a una Cárcel en los
Estados Unidos".
El grupo fue uno de los principales actores del conflicto
armado Colombiano entre los años 80 y 90. Se enfrascó en una lucha contra el
Estado y sus instituciones, principalmente en los centros urbanos, al mismo
tiempo que mantuvo guerras paralelas con otras asociaciones delictivas,
principalmente con el así denominado Cartel de Cali y los grupos Paramilitares
del Magdalena Medio, contrastando ésto con su apoyo a ejércitos irregulares
marxistas, con fines propios tales como el deshacerse de expedientes
delictivos, como quedó en evidencia con su apoyo clandestino al grupo M-19 en
su toma al Palacio de Justicia. Se convirtió en un grupo terrorista reconocido
por su uso de explosivos en vehículos automotores terrestres (carros bomba),
aéreos (véase el vuelo 203 de Avianca), secuestro, magnicidio y sicariato.
El grupo que es mejor descrito como la estructura criminal
de Pablo Escobar, dejó tras la muerte de éste, en 1993, una estructura sicarial
compleja en Medellín y una vasta cantidad de armas, un grupo de rutas
internacionales para el narcotráfico, una cantidad enorme de dinero en
efectivo, principalmente en las así denominadas caletas, una sociedad, clase
política y unas instituciones estatales corruptas y al servicio del mejor
postor, lo que sirvió de combustible para la continuación del conflicto
Colombiano en las décadas siguientes, ya que, tanto los grupos Paramilitares
(que se aliaron con el Cartel de Cali, el estado Colombiano, el estado
Estadounidense para dar muerte a Pablo Escobar) y las varias Guerrillas
Marxistas entraron de lleno a tomar éste negocio del narcotráfico, encontrando
cada uno en éste la fuente de su financiación en la lucha por el poder
aumentando así la complejidad del conflicto en los centros urbanos y
acentuándolo en las áreas rurales.
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